Adiós a los Juegos Suramericanos: la ceremonia de clausura tuvo al voluntariado como protagonista

La llama se apagó en el pebetero, pero el fuego de estos IV Juegos Suramericanos de Playa seguirá vivo para siempre en la memoria de atletas, voluntarios, delegaciones, organizadores visitantes y cada uno de los que fueron parte de esta experiencia única e irrepetible.

A diferencia de la apertura, que tuvo lugar ante un colmado Monumento a la Bandera, la ceremonia de clausura se mudó al estadio rojo: el lugar donde pasó de todo, el centro de acción del Balneario La Florida que fue la casa del oro de las Kamikazes, las medallas de plata para el beach voley (incluido el rosarino Nicolás Capogrosso) y el fútbol de playa.

La ciudad del deporte estuvo a la altura de sí misma y del evento no sólo a nivel organización y participación del público. A nivel competitivo, el máximo medallista de la delegación argentina con tres platas y un bronce, fue el rosarino Tobías Giorgis. Con sólo 16 años, el joven que más que una promesa es una potencia del esquí náutico, se ganó ser el abanderado nacional en la ceremonia.

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